La discapacidad intelectual es una alteración en el desarrollo de las personas que implica importantes limitaciones en la vida diaria de los que la sufren. Los numerosos tipos de deficiencias intelectuales que existen se pueden originar bien antes del nacimiento, durante el parto o a causa de una enfermedad grave en la infancia. Es raro encontrar algún caso traspasada la frontera de los 18 años. En España están reconocidas más de 300.000 personas con discapacidad intelectual. De esta suma total, más de 31.000 personas se concentran en la capital si tenemos en cuenta las últimas cifras recogidas en 2018 por la base de datos del Reconocimiento del Grado de Discapacidad de la Comunidad de Madrid. En el caso concreto de Vicálvaro, las personas que padecen esta discapacidad ascienden a 330.
Durante la última década del siglo XX la concienciación respecto al problema creció paulatinamente. Como consecuencia, un grupo de padres creó el 27 de marzo de 1995 la Asociación de Personas con Discapacidad Intelectual de Vicálvaro (AMIVI). Gracias a este valiente colectivo se dio luz a un proyecto destinado principalmente a crear actividades de ocio para las personas que sufren algún tipo de trastorno intelectual. Su objetivo es defender sus derechos y mejorar su calidad de vida, así como las de sus familias, favoreciendo la inclusión social y la normalización a través de las actividades de ocio. "Cuando las hermanas de Andrea (que sufre discapacidad) empezaron a salir solas y Andrea se quedaba sola conmigo en casa, hablé con otras dos madres que estaban en la misma situación para que nuestros hijos con discapacidad hicieran algo en el centro cultural. Pero nos mandaron a servicios sociales, donde se pusieron en contacto con un grupo grande de familias con chicos discapacitados", recuerda vivamente Flora, una de las madres que fundaron el colectivo.
La misión de este proyecto es trabajar diariamente para lograr la plena inclusión de las personas con Discapacidad Intelectual, así como concienciar a la sociedad para poder desarrollar plenamente los derechos de estas personas.“A veces los rechazan y hay que recordar a la gente que son personas que merecen el respeto de todo el mundo. Ahora los respetan más, gracias también a las familias. Tardamos más en educarlos, pero yo a mi hija la llevo a algún sitio y se comporta perfectamente”, relata María José, una de las madres que participa activamente en las tareas de la asociación. Además, se intenta que en las familias haya una descarga del estrés que genera el tener una persona con discapacidad entre sus miembros. “Ahora mismo sin AMIVI estaríamos perdidos”, comenta Esperanza, madre de uno de los miembros de la asociación.
Los menores que padecen la discapacidad intelectual reciben una mayor atención gracias a las subvenciones de las Comunidades Autónomas que llevan a cabo cuantiosas transferencias a escuelas y centros de atención especial. Sin embargo, cuando abandonan los centros educativos a los 20 años, sus posibilidades son muy limitadas. Conseguir una plaza en un centro ocupacional de día es tarea complicada, ya que son cada vez menos las que se ofrecen. Y cuidarles en casa, con las subvenciones que se les ofrecen, es imposible para las familias de renta media que forman AMIVI. "Las subvenciones que nos daba el Estado o las Comunidades han bajado una bestialidad", se lamenta María José, una de las madres encargadas. A Jesús González, presidente de AMIVI, no le salen las cuentas: "Si nos dan algo, las subvenciones van de 4000 a 5000 euros; y con eso hay que pagar el alquiler, la luz...”. Además, para que estas subvenciones lleguen a sus manos deben recorrer un largo camino. Primero tienen que aprobarles un proyecto al que tendrán que dedicar, por si fuera poco, con su situación, una gran cantidad de horas, y después esperar meses hasta que este dinero les sea concedido. Por ello, el presidente de la asociación, hace hincapié en la importancia del voluntariado en el desarrollo del proyecto.
Pese a las dificultades, los coordinadores de AMIVI se desviven por organizar los programas de entretenimiento más dinámicos posibles. Los fines de semana hay programadas actividades de ocio comunitario y entre semana desarrollan dos tipos de entretenimiento: uno cultural (música y baile) y otro de deportes (gimnasia y baloncesto). Los planes de asociación prosiguen en verano, con programas durante las vacaciones estivales y la Semana Santa, a las que se unen escapadas los fines de semana como, por ejemplo, a la costa mediterránea. Los padres de la asociación siempre han estado acostumbrados a remar contra corriente: "Tener a un hijo con discapacidad es como una carrera de obstáculos", concluye María José.