Firme defensor de “la total autonomía de Vicálvaro respecto a la capital del reino”, Valentín funda en 1982 junto a varios compañeros y compañeras la asociación Vicus Albus. Esta surgió a raíz del trabajo de fin de grado de dos de ellas: “yo era funcionario municipal y dos amigas me pidieron ayuda para su investigación sobre el urbanismo de Vicálvaro. Ahí empezó todo. Aquel trabajo me despertó unas ganas de aprender sobre Vicálvaro que solo fueron a más”.
Vicus Albus cumplió 38 años el 1 de marzo. A Valentín, presidente y alma mater de la asociación, le preocupa no poder dedicarle todo el tiempo que necesita y por eso, desde que se jubilara el año pasado, trabaja a tiempo completo en su sede. Según cuenta, lo que siente “no es obsesión, pero casi”, y reconoce que su trabajo no lo puede hacer cualquiera: “el que quiera ayudarme, que se acerque, pero sé que no tengo relevo. Tenemos un informático, amigos que me echan una mano de vez en cuando… pero no voy a encontrar a nadie que se vuelque como yo en la asociación”.
Cualquier cosa, por nimia que sea, que tenga relación con Vicus Albus, pasa por las manos de Valentín, que argumenta que hace “el trabajo de un equipo de diez personas”. Para involucrarse de esa manera en un proyecto tan altruista que a veces “nos cuesta dinero”, hacen falta ganas: “sin pasión no haces esto. Yo aquí limpio, gestiono citas, enseño el museo…”, dice con orgullo.
Valentin González enseñando el museo - Javier Caminero / CC-BY-SA
Los primeros planos y mapas de Vicálvaro, censos, grandes documentos informativos, libros parroquiales del barrio… Todo está en el museo de Vicus Albus, el cual nació de forma genuina y gracias a las aportaciones de la comunidad.
En 1986, fruto de cuatro años de investigación, vio la luz el libro "Historia de Vicálvaro”. Cuatro años después, en 1990, los miembros de la asociación comenzaron a buscar algún local en el que pudieran colocar los objetos que obtenían en las investigaciones. Ese mismo año el concejal del PP por Vicálvaro, Benancio Mota, cede a Vicus Albus el piso piloto de las Mil Viviendas para que hagan de él su sede, pero en la asociación no estaba del todo claro el uso que se le iba a dar: “no teníamos ni idea de lo que íbamos a hacer. Al principio era un almacén, fuimos acumulando material y finalmente decidimos organizar un museo que se pudiera visitar de manera didáctica”, comenta Valentín.
Parte de la exposición de las calles de Vicálvaro en el museo - Javier Caminero / CC-BY-SA
Además del museo, al cual puede donar “cualquier persona que resida en Vicálvaro”, Vicus Albus posee una impresionante base de datos –actualmente en proceso de digitalización- conformada por más de sesenta mil fotografías, recuerdos y cartas de vecinos del barrio o toda la prensa de Vicálvaro desde principios del siglo XX, entre otras muchas cosas.
Actualmente son 215 socios los que apoyan la labor de Vicus Albus, la cual está centrada en digitalizar la base de datos con el objetivo de que la historia de Vicálvaro trascienda y llegue a todos sus vecinos, sobre todo a los más jóvenes: “buscamos defender a toda costa las tradiciones vicalvareñas para que la comunidad las tenga presentes”, argumenta Valentín.
Además, Vicus Albus pretende mantener el contacto con los vecinos del barrio con la esperanza de que esa cercanía haga que reconozcan a la asociación como un elemento vital para Vicálvaro. Así, en palabras de su presidente, se involucran “en todo lo que tenga que ver con Vicálvaro”, porque “si algo pasa en Vicálvaro, hay que defenderlo como sea”.
Cada septiembre llega gente joven a Vicálvaro. Estudiantes de la Universidad Rey Juan Carlos se trasladan al barrio, pero no conocen su historia y, en la gran mayoría de los casos, tampoco se integran en la comunidad. Sobre la población estudiantil de Vicálvaro, Valentín tiene clara su postura: “los estudiantes significan poco para Vicálvaro porque no viven el barrio. Como Vicálvaro tiene poco que ofrecerles, los fines de semana se van a Madrid o a sus casas. Antes había aquí dos cines, discotecas… pero con el tiempo eso se ha perdido y ahora está todo en la capital. Por eso se van”.
Precisamente eso es lo que Vicus Albus, con Valentín González a la cabeza, busca evitar. Buscan, en definitiva, que el arraigo a Vicálvaro crezca y que cada vez sea más la gente que se considera vicalvareña.
Sea como fuere, Valentín puede tener la conciencia tranquila. Poco queda hoy de aquel joven extremeño que llegó a Vicálvaro a ganarse la vida. Valentín González ha dado todo para intentar transmitir la historia y los valores del barrio que le ha visto madurar: “aquí me casé, aquí tuve a mis hijos y aquí pasaré mis últimos días”, dice, visiblemente emocionado, cuando habla de Vicálvaro.