Trazar nuevas amistades internacionales, sumergirse en las costumbres de una cultura totalmente distinta, devorar las calles de una ciudad ajena, aprender un idioma más o practicar el esperanto que es el inglés, probar la curiosa gastronomía del Este o enamorarse del precio de la cerveza... Irse de Erasmus es un amplio abanico de cambios. Cada estudiante lo vive a su manera.