La casualidad puede haber demostrado que la vida pasa ante los ojos antes de morir. En un estudio, realizado por neurocientíficos estonios, se sometió a un electroencefalograma a un paciente de casi 90 años y enfermo de epilepsia. Durante la prueba, el paciente, al que trataba el doctor Raúl Vicente de la Universidad de Tartu en Estonia, sufrió un infarto y falleció. Esta es la razón por la que sus últimas señales cerebrales quedaron grabadas, convirtiéndose en un hecho sin precedentes.