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“La brecha digital no existe”

Entrevista
Local
José Raúl Elola, Premio INCIBE al Cibercooperante del año en 2019
José Raúl Elola, Premio INCIBE al Cibercooperante del año en 2019 // CC BY María Caracena
La sede de Forense Tecnológico se encuentra en una calle poco transitada de Vicálvaro, entre comercios locales. Su atrevida fachada roja incita a imaginar que lo que se encuentra tras sus muros no es una tienda de informática al uso, y su interior va incluso más allá. Viejas torres de ordenador se apilan hasta casi rozar el techo; cajas, cartuchos de impresora y teclados, cables, pero también medicinas. “Lo siento, nos pilláis con esto un poco revuelto, es que enviamos los materiales al Sahara Libre dentro de dos semanas”.

Un vecino de Vicálvaro

José Raúl Elola es mucho más que un “cibercooperante”, título con el que él mismo se presenta y que le valió, en 2019, el Premio al Cibercooperante del Año concedido por el Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE). “Una condecoración tan individualista me resulta un poco injusta”, afirma. Elola habla de sí mismo en tercera persona, definiéndose como un vecino de Vicálvaro, donde estudió y donde sigue ejerciendo, de forma íntegra, su actividad profesional. “Ser un cibercooperante es poner tu tiempo a disposición de los demás”, y él ha consagrado el suyo a su barrio.

Su asociación, Forense Tecnológico, nace con un grupo de cibercooperantes que se dedicaba a impartir charlas en los institutos. Pero aquello no era suficiente para ellos. “Decidimos montar una cosa más altruista, para concienciar de lo buenas que son las nuevas tecnologías”.

La tecnología sin fin

Elola describe con ilusión en qué consiste su función dentro del barrio, cómo han instalado gratuitamente aulas de informática en institutos como el Joaquín Rodrigo y cómo la economía circular puede y debe también llevarse a lo local. “Lo que a nosotros no nos vale, igual a otras personas sí, por eso trabajamos en zonas como el Sáhara”. El proyecto que desarrollan en el ámbito estudiantil recibe el nombre de “Sempiterna o La tecnología sin fin”, y es que los valores que predican parecen, en efecto, estar creando un legado imperecedero.

 

José Raúl Elola

 

José Raúl Elola, con los equipos para enviar al Sahara // CC BY Paloma Garrido

El lado oscuro de internet

No obstante, su labor principal es la concienciación a los más pequeños sobre el uso seguro y responsable de las nuevas tecnologías. “Nuestro mayor error es creer que las nuevas generaciones habéis nacido sabiendo; la brecha digital no existe”. Y es que, en efecto, millenials y generación Z no están exentos del uso indebido de las redes sociales, ni del desconocimiento al respecto. El cibercooperante recomienda a los padres que acompañen a los hijos en el descubrimiento de la red. De esta forma se protegería a los más jóvenes de ese “lado oscuro” de Internet.

Con la privacidad en el foco de riesgo, los cibercooperantes tratan de concienciar sobre los riesgos y las barreras legales que tiene publicar ciertos contenidos, como las imágenes en las que aparecen menores. Lo explican con la metáfora de “la casa de cristal”: aconsejan no hacer en Internet lo que no se haría en una casa en la que todos pudieran verte.

El encuentro finaliza con una predicción de futuro. Para Elola, el mayor riesgo que habrá que afrontar próximamente es el de la pérdida de la identidad, muy vinculado a la privacidad. “Si ponemos a disposición de cualquier persona o empresa quiénes somos, lo que tenemos y lo que nos gusta o no, seremos entes manejables y perderemos la capacidad crítica”. Antes de despedirnos, continúa apilando torres de ordenador en la trastienda, que dentro de unas semanas enviará a colegios del Sahara Occidental. “Nos gustaría dejar el mundo un poco mejor de lo que lo encontramos, poner nuestro granito de arena”. Y parece ser lo que el cibercooperante está consiguiendo, navegando siempre desde lo local.


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