Llegamos al edificio de despachos frente al Congreso de los Diputados en un nublado día de marzo. Fuimos recibidos en una de las salas donde habitualmente se realizan reuniones y entrevistas a diputados socialistas. Poco después llegó Rafael Simancas iniciando una charla distendida cuando una llamada de trabajo le interrumpió y, tras su disculpa, bromeó sobre el constante movimiento de la política y comenzamos la entrevista.