La sede de Forense Tecnológico se encuentra en una calle poco transitada de Vicálvaro, entre comercios locales. Su atrevida fachada roja incita a imaginar que lo que se encuentra tras sus muros no es una tienda de informática al uso, y su interior va incluso más allá. Viejas torres de ordenador se apilan hasta casi rozar el techo; cajas, cartuchos de impresora y teclados, cables, pero también medicinas. “Lo siento, nos pilláis con esto un poco revuelto, es que enviamos los materiales al Sahara Libre dentro de dos semanas”.