“Es que Eurovisión está muy politizado, así es imposible ganar”. Esa ha sido la mayor excusa (y la mayor mentira) de España para cada una de las últimas ediciones del concurso musical europeo. Y por fin ha llegado la hora: nos han dado con ella en toda la cara. Sobre todo a aquellos que seguían pensando que el problema eran los demás y sus votaciones, y no los candidatos que hemos enviado para representarnos.