Hace apenas un par de meses prácticamente nadie conocía el SARS-Covid-19. Lo que empezó siendo una “gripe” con escasa capacidad mortal se ha convertido en la mayor amenaza que ha visto el mundo en décadas. Una pandemia que ha paralizado buena parte del planeta evocando a esa antigua amenaza de desastre en forma vírica. Ahora, el coronavirus proyecta su mayor virulencia sobre el viejo continente que, en palabras del director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, se ha convertido en “el nuevo epicentro de la epidemia”.