Aulas vacías, campus vacíos, universidades en las que el único ruido que se oiga sea el de los pasos de los trabajadores que están cumpliendo servicios mínimos. Ese sería, a grandes rasgos, el escenario ideal de la huelga del 24 de marzo contra el llamado decreto 3+2. Al menos para los convocantes. Si se pregunta al ministerio, obviamente, la respuesta será antagónica. ¿Qué sucede en la universidad española? ¿Porqué por primera vez el Gobierno ha conseguido llevar de la mano a estudiantes, profesores y personal de administración y servicios? ¿Qué está en juego?