La historia de Europa está plagada de momentos en los que se ha rebasado holgadamente la línea roja que marca el punto de no retorno de la paz social. No hay que remontarse a los oscuros tiempos de la Edad Media, solo hace falta releer cualquier tratado de historia moderna para percatarse de que los avances gestados durante decenios estuvieron a punto de echarse a perder por el egocentrismo de un puñado de personajes y organizaciones de infausto recuerdo.