El deporte es sinónimo de competitividad y de añoranza de sueños que muchos comparten pero que solo unos pocos pueden conseguir. El sueño liberal meritocrático se hace patente en su ejercicio. Por ello hay que seguir unas reglas básicas que van más allá de las normas de cada deporte. Se trata del código escrito y no escrito de valores asociados a la tolerancia y el respeto que deben primar en todas las actividades y, aún más, si son deportes tan televisados como el fútbol.