El 20 de febrero de este mismo año, la nueva Ley de Cooperación para el Desarrollo Sostenible y la Solidaridad Global ha recibido un respaldo prácticamente completo en ambas cámaras, y desde aquí nos preguntamos: ¿cómo de fiel es esta propuesta a los objetivos fundamentales de igualdad de género (2020-2025) de la Unión Europea?
Según observamos en el texto oficial, el empoderamiento femenino se ha articulado como elemento sustentador y presente en el enfoque de la cooperación española desde el año 2005, siendo clave además en la correcta implantación y desarrollo de la Ley Orgánica 3/2007 para la igualdad efectiva de mujeres y hombres. Tanto es así que la ley se compromete de manera directa a afianzar el enfoque de género en todas las fases de aplicación de la ley, asegurando el acceso a servicios sociales básicos, empleos decentes, protección efectiva contra cualquier forma de violencia (mutilación genital femenina…)
Creemos clave para la futura desaparición de la brecha de género el enfoque de la normativa hacia la participación de la mujer en el mantenimiento y los procesos de paz, además de su presencia y voz en todo proceso político y social. Porque la acción feminista pasa no solo por salvaguardar la integridad de las mujeres, sino también en favorecer su empoderamiento y visibilidad social, actos con los que creemos que esta nueva legislación está en sintonía.
Como este medio ha comentado en otras ocasiones, las dinámicas de la política global influyen en la cooperación internacional, cuya situación se agrava ante la aparición de actores políticos que niegan hechos perceptibles como el cambio climático, actualmente regulado en nuestro país. La situación mundial de la mujer empeora en países como Irán, donde las mujeres han iniciado una revolución feminista mediante actos tan simbólicos como cortes de mechones con unas simples tijera, o en una Afganistán bajo el tiránico régimen del Estado Islámico que directamente deja al 50% de la población mundial sin derechos humanos tan básicos como la educación o la participación.
Debemos preguntarnos, estimados lectores, si merece la pena pelearnos internamente entre nosotros por normas que en cualquier momento pueden cambiarse, y por debates conceptuales que no llegan a nada en un movimiento social tan transversal como el feminismo. O, de lo contrario, debemos dejar de lado estos debates estériles y centrarnos en conseguir la igualdad efectiva a nivel global, que en determinados Estados es poco menos que una utopía, por desgracia para la humanidad.
En este sentido, el camino es la Cooperación Internacional para el Desarrollo, cuyo fin es defender derechos humanos básicos y el desarrollo social de distintas partes de nuestro a veces políticamente incomprensible planeta azul. Y es camino correcto fomentar el feminismo y la igualdad de género, como hace la ley recientemente aprobada.
La igualdad es muy frágil, y se demuestra diariamente en todo el globo. Desde ataques gubernamentales hacia las mujeres y contra el propio feminismo, hasta la lacra de la violencia machista, que acaba en asesinatos, pasando por la brecha salarial o el techo de cristal, la cooperación internacional feminista es necesaria.