La vacuna contra el covid-19 ha traído consigo un gran alivio para la población y, a su vez, ha causado preocupación al conocerse los efectos secundarios de una de estas vacunas, Astrazeneca.
Los expertos aseguran que es 2000 veces más probable morir por Covid-19 que hacerlo por la vacuna. Temer al remedio de algo que te puede matar es una incongruencia. “Los ciudadanos tienen motivos para estar atentos y alerta, no preocupados”, afirma el doctor Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología. Es muy importante que al menos un 70% de la ciudadanía esté vacunada para conseguir la inmunidad de rebaño y poder volver a la normalidad. En España, el plan de vacunación contra el Covid-19 es un reto sin precedentes, donde sanitarios de todos los municipios están administrando dosis contra reloj para lograr alcanzar ese 70% de población vacunada para finales de verano. El rechazo a la vacuna de Astrazeneca complica que se puedan cumplir los plazos y también supone un riesgo para la sociedad al no poderse alcanzar la inmunidad deseada. Cuando se estudiaba el caso de que dicha vacuna pudiese provocar trombos a una parte de la población el rechazo a esta se hizo notable en los centros de vacunación. En la Comunidad de Madrid un 60% de la población citada durante la segunda semana de abril decidió faltar a su cita. Esta incertidumbre también se nota en el aumento de consultas a los profesionales médicos, los cuales siguen abogando por la vacunación, por nuestra salud, por el bienestar y para frenar los contagios.
En Madrid, Angelines Salamanca, de 61 años, recibió el 6 de abril la primera dosis de AstraZeneca. El día anterior a la cita estuvo atenta a las noticias sobre la posible suspensión de la vacunación, pero acudió a ponerse la inyección “muy confiada”. “Le he cogido tanto miedo al coronavirus que poder liberarme de ese peso es mejor que otros posibles efectos secundarios de la vacuna”, contaba.
Angelines, al ser mayor de 60 años, podría recibir la seguda dosis sin problema. Este no es el caso de Alex Gutierrez, un policía de 40 años. Él recibió la primera dosis a mediados de marzo y espera con calma a que se aclare qué va a pasar con la segunda. Confía en que “todo esté más definido para entonces ya que el plazo entre ambas inyecciones es de 12 semanas”. “Intento informarme en fuentes de confianza, escuchar a gente con conocimientos científicos como virólogos o médicos de reputación”, afirma con aplomo.
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