Cada vez que vemos las noticias en la televisión o cada vez que las escuchamos por la radio o las leemos en un periódico, a nadie parece sorprenderle el hecho de que el bloque de información deportiva esté dirigido casi en exclusiva al fútbol. Es más, me atrevería a decir que casi el 90% del contenido de esos bloques gira en torno al último partido del Madrid, del Barça, del Atleti, o de los tres al mismo tiempo; eso cuando no hay declaraciones polémicas de algún jugador o de algún entrenador que hacen mucho más “interesante” cualquier próximo partido.
El baloncesto se presenta como el único rival capaz de hacerle frente al todopoderoso fútbol, robándole ciertos espacios en exclusiva cuando hay partidos relevantes, competiciones, o incluso para mostrarnos las canastas más impresionantes del otro lado del charco. El tenis, la fórmula 1 o incluso moto GP también saben abrirse un hueco cuando la situación lo merece, es decir, cuando Nadal o los chicos de la “Armada” ganan partidos, o cuando Alonso o Márquez son noticia.
Javier Férnandez ganaba el pasado marzo la medalla de oro en Shanghái, y los medios apenas se hacían eco de la noticia. Lo mismo pasaba con Beatriz Corrales, ganadora del Open de Finlandia de bádminton
Sin embargo, ¿qué pasa con el resto de deportes en los que también hay grandes deportistas españoles, que al mismo tiempo son grandes ignorados? Javier Férnandez ganaba el pasado marzo la medalla de oro en Shanghái, y los medios apenas se hacían eco de la noticia. Lo mismo pasaba con Beatriz Corrales, ganadora del Open de Finlandia de bádminton, un deporte apenas practicado en España, y noticia que no era cubierta apenas por ningún medio. Y así podemos encontrarnos un largo etcétera: fútbol sala, balonmano, hockey hierba, rugby…
Todo esto parece quedar reducido a una misma conclusión: el deporte, si no supone un negocio, no es noticia. No es una cuestión de calidad deportiva, sino de interés empresarial. En un país condicionado por el fútbol, con una afición que se toma cada partido como algo personal y ciudades que se paralizan por recibir a la selección nacional, ¿cómo va a haber cabida para otros deportes que no llaman tanto la atención ni mueven tantos millones de euros y de personas? Es una lástima que vivamos tan cegados, ya que no somos capaces de apreciar la belleza de los movimientos de Fernández sobre el hielo o la agilidad con la raqueta de Corrales. No es una cuestión de dinero, es una cuestión de deporte.