El futuro de Badawi, el bloguero saudita condenado a diez años de cárcel y 1.000 latigazos por expresar su libre opinión, continúa siendo negro, apagado, demasiado oscuro. Arabia Saudí sigue sometiendo al bloguero a su yugo, excesivamente teocrático, aun a pesar de los numerosos reconocimientos internacionales que Badawi recibe desde que fuera condenado por primera vez en 2012. Una historia de apostasía, fetuas, flagelaciones y cárcel: plomo en las alas de la libertad de expresión.