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Golpe en Birmania

Editorial
Internacional
Golpe de Estado en Birmania. (EFE)
El ejército birmano se hace cargo de la dirigencia del Estado a la fuerza y condena a los líderes del partido democrático

El Ejército de Birmania llevó a cabo el pasado uno de febrero un golpe de Estado para evitar que el partido Liga Nacional para la Democracia (LND) llegase al poder. El Partido de la Solidaridad y el Desarrollo de la Unión (USDP), representado por las Fuerzas Armadas birmanas, se decidió a dar el golpe en dicho momento debido a que era el día en que la LND tomaría posesión del cargo. Esto acarreó la detención de varios civiles del partido, entre ellos la jefa de hecho del gobierno birmano, Aung San Suu Kyi. 

 

La LND, liderada por la Nobel de la Paz, obtuvo una victoria aplastante en las elecciones de 2015, hecho que se repitió el pasado 8 de noviembre. Los seis años de mandato de la líder del partido demócrata, también llamada La Dama, se han caracterizado por numerosas controversias como la represión militar ejercida contra la minoría musulmana rohinyá, un acto que decepcionó al mundo. En 2016 y 2017 tuvieron lugar dos genocidios por parte de las fuerzas militares de Birmania y los extremistas budistas a poblaciones de rohinyás. Donde se cometieron atrocidades como la quema de aldeas, saqueos y asesinatos en masa a civiles. Tras estos actos, y  según estimaciones de la ONU, han sido un total de 87.000 los musulmanes que han huido al país vecino de Bangladesh.

 

Aung San Suu Kyi no ha llegado a pronunciarse contra estos terribles sucesos acaecidos durante su mandato, ni tampoco ha tratado de detener la maniobra de violación, asesinato y destrucción del ejército contra las aldeas rohinyás. Estos acontecimientos, los cuales vulneran los derechos humanos, son completamente contrarios a lo que representa la democracia, la libertad y los valores que debería cumplir una persona merecedora del premio Nobel de la Paz. Pese a que se ha intentado la revocación de su premio Nobel de la paz, la Fundación Nobel negó la posibilidad de llevar a cabo dicha acción. A lo que respondió el Arzobispo Desmond Tutu, otro galardonado con dicho premio, afirmando que es incongruente que un símbolo de justicia dirija así su país. 

 

A pesar de estas polémicas, el partido LND salió vencedor en las últimas elecciones con mayoría absoluta. Pero el Ejército birmano no acepta como vencedor al partido de Aung San Suu Kyi por considerar que los resultados eran fraudulentos, aunque no haya evidencias de ello. De ahí, el golpe de estado ejecutado el  pasado 1 de febrero.

 

En todo el país, actualmente, cientos de miles de manifestantes se lanzan a las calles ante las acciones represivas ejecutadas desde el golpe. En la ciudad más grande del país asiático, Rangún, se ven por primera vez vehículos blindados que recorren las calles. La confrontación también se ha trasladado al ámbito digital. La junta militar ha tomado la decisión de cortar los servicios de internet en las noches, que es cuando tienen lugar las temidas redadas, para evitar que se conozca la situación actual de Birmania. 

 

El ejército promete entregar el poder al ganador de las elecciones que se realizarán dentro de un año, pero los ciudadanos no quieren promesas. La población birmana quiere evitar a toda costa que se vuelva a implantar un gobierno militar. Merecen que se respete su opinión  después de haber sufrido esta represión y ser un país empobrecido durante cincuenta años debido al mandato militar. A pesar de las pésimas decisiones que lleva a cabo la líder del partido LND, se debe poner en libertad a los dirigentes civiles detenidos para poder convertirse de nuevo en un país democrático.

 
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