El fútbol es un deporte en el que dos equipos batallan por hacerse con la victoria el uno sobre el otro, pero, en algunos casos, esto queda en un segundo lugar, debido a que un puñado de ‘salvajes’ incivilizados decide que sea así.
Los servicios médicos no pudieron hacer nada para salvar la vida del aficionado que portaba la camiseta roja del América, y el Comité Ejecutivo del equipo rival publicó un mensaje que abogaba por la paz en este deporte.
Los casos de asesinatos en el fútbol son, lamentablemente, elevados, y si alguien se pone a pensar en qué consiste este espectáculo no podría entenderlo. Viajar hacia el estadio de tu club, disfrutar con la afición, animar a tus jugadores y pasarlo bien deberían ser las características de una tarde de domingo al sol para una persona que entiende el fútbol verdadero.
Algún ejemplo de estas tragedias ocurridas en torno al mundo de la pelota de cuero es la muerte de Guillermo Alfonso Lázaro, un joven de 13 años que en 1992 se disponía a presenciar un Espanyol-Cádiz con su hermano y padres, pero una bengala se clavó en su pecho. Aquella sería la primera y última vez que visitaría el estadio de Sarrià, Barcelona.
Otro suceso, más conocido debido a su actualidad, es el de Francisco Romero Taboada, apodado ‘Jimmy’. El seguidor del Deportivo de La Coruña murió a consecuencia de una pelea entre los radicales del Atlético de Madrid y los hinchas gallegos, en la capital española.
Casos así son los que hacen valorar si en realidad esto del fútbol merece la pena. Aquí es el momento en el que plantearse si llevar a un hijos a que aprenda acciones más propias de animales en su estado salvaje que de personas civilizadas que únicamente quieren realizar una actividad lúdica sin perjudicar a los demás.
Ir a ver un partido de fútbol se debería convertir en una fiesta familiar y amistosa, incluso con los rivales, pues es más sano y favorable ser hincha de este deporte y no solo de un equipo e infravalorar y denigrar hasta puntos irracionales a personas por vestir y defender una zamarra con colores ajenos.