El gobierno del Partido Popular de Móstoles en la página web del consistorio anuncia la creación de un campo de golf en nuestra localidad. Dicho complejo deportivo es una instalación con una incidencia medioambiental muy negativa, ya que supone transformar radicalmente unas 60 hectáreas de paisaje protegido y un despilfarro de agua inaceptable. El proyecto de Daniel Ortiz entra en flagrante contradicción con las constantes campañas publicitarias del gobierno regional para que los ciudadanos tomemos conciencia de que tenemos que ahorrar agua.
Aunque se suele vender como una “mejora” del paisaje local, un campo de golf representa, en realidad, un cambio absolutamente radical y destructivo del paisaje y el ecosistema preexistente. La preocupación inmediata se centra en el problema de la fauna y la flora y el coste medioambiental de su mantenimiento futuro.
Como bien señalan desde el PSOE local, Ortiz tiene la mala costumbre de dar en concesiones administrativas amplias extensiones de terreno público para actividades privadas a precio de saldo. El golf, por alguna extraña razón, suele estar en nuestro país ligado a prácticas escasamente transparentes. Un ejemplo flagrante de presunta prevaricación y mal gobierno en torno al golf, ha sido la recalificación de terrenos y la modificación a la carta de la normativa ambiental en varios espacios protegidos de Madrid.
¿Qué necesidad tienen los mostoleños de un campo de golf en este contexto de crisis? Hay un importante número de factores que ponen en duda los motivos que sostiene Ortiz a favor de la construcción de dichas instalaciones: La falta de transparencia en el Partido Popular (agudizada por los últimos casos de corrupción) y el interés directo de varios de los dirigentes populares en el negocio del golf.
El pueblo tiene un sinfín de necesidades, pero justo, y lo que menos falta le hace es este negocio golfístico, llevado por un sistema de especulación y el interés en sacar beneficio propio de un negocio, a costa de los contribuyentes. La construcción de campos de golf ubicada entre el barrio Parque Coimbra y el río Guadarrama no es una prioridad social o una necesidad inexcusable que se esgrime desde ciertos sectores, pues este deporte no deja de ser una práctica minoritaria y elitista que detrae recursos para otras necesidades mucho más importantes y socialmente más rentables. Necesitamos una sanidad, una educación, un sistema público y de calidad. Basta ya de negocios corruptos y clasismos, que piensen en lo que de verdad importa, los ciudadanos.