Como sucede siempre en estos casos, los más afectados resultan ser los que menos culpa y más pesar tienen: los aficionados. La figura del amante del fútbol se ha visto maltratada por parte de todos los estamentos posibles. Desde la organización y los dirigentes que se aprovechan aumentado el precio de las entradas. En casos como los del Getafe Club de Fútbol o el Real Mallorca, los seguidores, cansados del elevado coste de la taquilla, abandonan progresivamente las gradas.
Los llamados “modestos”, hoy en día se encomiendan a la llegada de un jeque salvador que alivie sus penas y relance una parte más gloriosa de su historia. Un claro ejemplo es el de El Málaga, que tras pasar en los infiernos varios años, se topó en su regreso a primera con un buen puñado de petrodólares. Pero no es oro todo lo que reluce. El Racing de Santander puede dar fe de ello. Es el caso de Ali Syed, aquel cómico y boyante magnate indio, que resultó estar en busca y captura por la Interpol. Ahora, una afición afligida ve como su equipo da sus últimos latidos en Segunda tras más de un siglo de historia. El reconocido economista Gay de Liébana, señaló que en España no hay clubes, más allá de Madrid y Barcelona, que hayan experimentado un crecimiento económico.
Se han derrumbado imperios como la construcción o los bancos, y el país entero clama contra el gobierno y los recortes. Aplicando el sentido común, quizá sea el momento de que el fútbol se vea en el espejo, y analice los errores que pueden acabar con él. Estadios a medio construir, deudas incalculables a los acreedores, jugadores que no cobran, etc. Sin embargo, ¿qué sucedería si los políticos de cada ciudad decidieran parar los pies al despilfarro de los clubes? Seguramente, los principales castigados en esa acción serían los propios dirigentes, perdiendo miles de votantes descontentos, que se verían privados de uno de sus principales entretenimientos.
En Europa, el fútbol se alza como fiel reflejo de la economía. Alemania y Francia (a pesar del derroche con la llegada del jeque del PSG) son ejemplos a seguir en la gestión de clubes y campeonatos. Los clubes españoles echan balones fuera culpando en gran parte a un injusto reparto televisivo. No deja de ser cierto que en Italia o Inglaterra, los contratos son más rentables a la par que equitativos. En España, Real Madrid y FC Barcelona se llevan la mayor parte del pastel. Sin embargo, los clubes deben aceptar su parte de culpa. En la Bundesliga, por ejemplo, el precio de una entrada cuesta de media la mitad que en La Liga, que cada vez ve sus estadios más vacíos, con la crisis de por medio. Clubes como el Rayo (una vez olvidada la gestión de los Ruiz Mateos), Valladolid o Celta, dan crédito a que “querer es poder”, con una gestión limpia y transparente.
Quizá haya llegado la hora de aplicar el fútbol a la vida, y no la vida al fútbol. Como dice un fragmento de la genial ´El secreto de sus ojos´: “El tipo puede cambiar de todo. De cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de dios. Pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar de pasión.” Por favor, no nos obliguen a cambiarla.