Todo está preparado para que hoy martes 12 de marzo se lleve a cabo la elección del nuevo Papa. Ayer se reunieron por última vez antes del acto los 115 cardenales elegidos para tomar la decisión.
El 11 de febrero se anunció al mundo que el Papa Benedicto XVI renunciaba a su cargo de representante de la Iglesia Católica. La renuncia de un Sumo Pontífice antes de su muerte es un hecho insólito pero no aislado, ya que tiene dos precedentes: Celestino V en 1294 y Gregorio XII en 1415. La dimisión de Benedicto XVI sorprendió al mundo y sobre ella se suscita la polémica. Incluso algunos medios la relacionan directamente con el escándalo “Vatileaks”, del que se han sabido muchos nuevos sucesos.
Orígenes y preparación
La palabra cónclave proviene del latín “cum clavis" o bajo llave, un nombre escogido a conciencia para una ceremonia en la que los cardenales se recluyen bajo la atenta mirada de los frescos de Miguel Ángel de la Capilla Sixtina, sin tener ningún tipo de contacto con el exterior. El castigo por grabar sonido o imágenes de esta hermética ceremonia es la excomunión. Como el aislamiento es máximo, se tapian las entradas posibles a la sala donde se celebra el cónclave, e incluso las ventanas del recinto se hacen opacas para impedir cualquier comunicación visual con el exterior.
El proceso de votación puede iniciarse el mismo día o a la mañana siguiente de la clausura. Sus normas son rituales como estrictas. La rutina diaria empieza cada día a las 7:45 h con el traslado de los cardenales desde Santa Marta hasta la Capilla Paolina. Allí celebran una misa y después se enclaustrarán en la Capilla Sixtina a las 9:30 h, orarán durante hora y media y se realizarán dos escrutinios durante la mañana.
Alrededor de las 12:30 h vuelven a Santa Marta para comer. Posteriormente a las 16h regresan a la Capilla Sixtina y tras un breve rezo reanudan las votaciones hasta las 19h. Ésta será la vida de los purpurados hasta que elijan al nuevo Pontífice. La liturgia del voto se mantiene inalterable a lo largo de los siglos. En la mesa tres escrutadores sostienen un cáliz donde encima hay un plato en el que se colocaran los votos. Los cardenales escriben el nombre de su elegido, pliegan dos veces el papel y pasan a la mesa donde lo colocan en el plato y posteriormente en el cáliz.
Una vez todos hayan votado, un portavoz de la mesa lee en voz alta las papeletas. Después suman los votos y cosen las papeletas con hilo. Si ninguno de los nominados ha alcanzado los dos tercios de la votación, se queman las papeletas y se procede a una nueva votación. Los días en que no hay consenso, después de dos votaciones, se queman las papeletas con paja húmeda en la estufa, dando como resultado la “fumata negra” justificando la no elección de Papa. Si pasan tres días sin un elegido, se procede a un día de pausa para la oración, continuando el proceso de votación al día siguiente.
Carlos amigo, cardenal que participó en el cónclave de 2005, declaraba recientemente en una entrevista a El Mundo lo bien que plasmó este proceso la película Las sandalias del pescador “Todo ocurre tal y como se ve en esa película, salvo pequeños detalles como la disposición en la Capilla Sixtina, donde, por ejemplo, ahora se colocan mesas en el centro de la sala. El resto, es igual. Tenga en cuenta que el reglamento del Cónclave es un documento público que cualquiera puede consultar. Pero sí, esa película se asemeja mucho a la realidad”
Primeros pasos de un Papa
Una vez alcanzada la mayoría se pregunta al elegido si desea ocupar el cargo. Tras aceptarlo, el último de los cardenales diáconos llama a la sala al Secretario del Colegio de Cardenales y al Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias. El Diácono le hace dos preguntas imprescindibles para esta ceremonia: "¿Acepta tu elección canónica como Sumo Pontífice?" Y "¿con qué nombre deseas ser conocido?", a lo que responderá con las palabras literales “me llamaré…” Desde ese momento el maestro de ceremonias levanta acta. El cardenal elegido se convierte en Obispo de Roma, Papa y Cabeza del Colegio Episcopal.
Los cardenales presentes pasan uno a uno para expresarle respeto y obediencia. Es entonces cuando se queman las papeletas con paja seca que da lugar a la popular “fumata blanca” anunciando al mundo la elección del nuevo pontífice. El elegido se trasladará a la “Sala de las lágrimas” llamada así porque todos los Papas lloran por la emoción y por la tremenda responsabilidad que acaban de asumir. Allí estará la ropa necesaria para salir a dar su bendición a los presentes.
Mientras, el cardenal protodiácono se dirige al balcón de la Basílica de San Pedro para anunciar a los fieles que se ha elegido nuevo Papa. Finalmente aparecen los Cardenales Diáconos por orden jerárquico precedidos por la cruz procesionaria y detrás de ellos el sumo Pontífice, que saludará a los congregados en la plaza, dando la bendición “Urbi et Orbi” (“para la ciudad y para el mundo”). El cardenal y arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo participará en este cónclave y puede ser el nuevo elegido.
Este proceso está marcado por los numerosos escándalos en la curia vaticana, que quizá hicieran renunciar a Benedicto XVI, como informaba el periódico italiano “La Repubblica” .El diario afirma que el propio Ratzinger encargó un informe a tres cardenales tras conocer los pormenores del escándalo “Vatileaks”. Los resultados de dicho informe no fueron favorables según el rotativo, que habla de un red de chantajes y escándalos sexuales.Sin embargo las palabras de Benedicto XVI cuando anuncio su renuncia se referian al cansancio “Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino”.
Quizá en un futuro sabremos con certeza si esto es verdad, aunque el hermetismo que rodea a la Institución a lo largo de los siglos lo hace casi improbable. Lo que ya es un hecho es que en los próximos días oiremos de nuevo la frase centenaria de “HABEMUS PAPA”.
Comentarios
Buen reportaje sobre esta elección, que aun hoy sorprende que siga envuelta en misterio. Porque en una organización que debe ser la voz de Dios para los católicos, el secretismo la acerca más a un libro de Dan Brown que a la santidad. Y es que extraña y mucho que en el siglo XXI la iglesia aun siga siendo parte del otro milenio, que aun aparte a las mujeres de la igualdad, a los curas del matrimonio, por no hablar de los numerosos escándalos sexuales y económicos.
Y es que puede haber sido el escandalo económico el que mas daño haya hecho al Sumo Pontífice saliente, ya que esto nos recuerda al escandalo del Banco Ambrosiano, banco ligado con la santa sede, que estuvo ligado en la década de los 80 a la financiación del dictador Somoza en Nicaragua.
Y es que no estamos hablando de cualquier cosa, porque uno de los rumores más insistentes fue que la muerte del Papa Juan Carlos I se debío a este escandalo. Quien sabe, quizá Benedicto XVI ha demostrado una mente más preclara que sus antecesores…
Perdon, claramente el Sumo Pontifice era Juan Pablo I, no Juan Carlos.