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¡Enhorabuena por tus bodas de plástico!

Reportaje
Sociedad
Dos historias diferentes reflejan la realidad española en cuanto al matrimonio hoy en día. Las cifras reflejan el cambio moral de las personas y sobre todo, de colectivos muy minados hasta ahora: las mujeres, de heroínas familiares a salvadoras de sí mismas.

El pasado año en España hubo 96.562 divorcios. Cifra, que por normal general, aumenta cada año sin excepción. Lo sorprendente, es que no siguen esta línea el número de matrimonios celebrados que, sin embargo, se reducen cada vez más. Muchos optan por inscribirse como parejas de hecho, quizás por el miedo al “para toda la vida”. Pero lo cierto es que las roturas, el desamor y el “monoparentalismo” protagonizan las familias del siglo XXI. Lejos quedaron las parejas eternas, las que comenzaban a salir a los 17, se casabana los 22 y formaban una familia joven y aparentemente unida. ¿Qué ha pasado? ¿Todo se desmorona? ¿Dónde están los valores familiares? ¿Es esto el fruto de la modernidad?

 Pocos son ya los que llegan a celebrar sus bodas de plata u oro, sino que se quedan en un material blando, reciclable y con poca esperanza de vida: felices bodas de plástico. Si nos fijamos en los datos, el INE nos muestra que la media de divorcios se sitúa en las parejas que llevan entre 5 y 10 años casados. Y que la cifra se dispara en las que llevan más de 20. Esto puede hacer pensar que el problema no está necesariamente solo en las generaciones más jóvenes…Seguramente no tenga nada que ver la edad de los cónyuges: El 52% de los divorcios se da en matrimonios de más de 20 años, y el 14% lo divorcios entre personas de 18 y 24 años; curiosamente la edad a la que nuestros padres y abuelos solían contraer matrimonio. Es una cifra minúscula porque las personas apenas se casan a esas edades ahora. Si nos casamos en la madurez, ¿no se supone que deberíamos tener las ideas más claras sobre qué tipo de persona queremos al lado? Los datos aumentan deliberadamente en cuanto a los divorcios de cónyuges de entre 40 y 49 años.

Así pues, elmotivo de tanto divorcio no son necesariamente las nuevas generaciones, generalmente culpables de todo lo habido y por haber. Por otra parte, ¿serán las mujeres quienes hayan desatado esta oleada de divorcios? Esprobable. Afortunadamente las leyes contra la violencia de género apoyan a muchas mujeres que no tienen que seguir sufriendo el martirio que supone convivir con la persona que te maltrata día a día, pero que no les quedaba otra. Pues los maridos han sido el único medio de sustento de las mujeres durante décadas. Este cambio de ley, pero también de mentalidad, hace que las féminas españolas sean más independientes económicamente de sus parejas, lo que a su vez, aporta libertad. Por lo tanto, ¿es la libertad lo que hace fracasar los matrimonios de hoy? Si es así, nos alegra.

 Pero intuimos también que el cambio tiene que ver con lo que Isabel R.R., casada desde hace 52 años, me comenta: “lo que antes se arreglaba ahora se tira a la basura y te buscas otro novio”, a lo que añade “yo quiero a mi marido, pero si hubiera sabido todo esto, no habría sufrido tanto”. Isabel vive atada a un estilo de vida más bien añejo. Le hubiera gustado viajar, salir de vez en cuando a tomarse una caña y poder cantar en teatros… que ella habría llegado lejos, que le “ofrecían el oro y el moro”, pero que su marido prefirió una vida más tranquila trabajando en el campo y visitando al primo de Benidorm una vez cada 3 o 4 veranos. Ella opina que el papel de la mujer es el de heroína. Explica que las mujeres de su época las roturas, el desamor y el “monoparentalismo” protagonizan las familias del siglo XXI “si hubiera sabido todo esto, no habría sufrido tanto” no dejaban nada a medias, que luchaban hasta el final por su familia, porque el marido podía entrar y salir pero “a mis niños había que criarlos y una mujer sola, ¿dónde iba con 4 hijos?”. Ahora, dice, es diferente. “yo animo a mis nietas a que no se dejen manipular por ningún hombre, primero, que estudien y tengan un buen trabajo, luego ya que se junten con quien quieran, pero eso sí, que se hagan respetar”. Ese respeto al que se refiere Isabel es el que muchas mujeres no tuvieron cuando comenzaron su matrimonio en la juventud, y que viendo el panorama actual, deciden poner fin a una relación que debió acabar hace mucho.

Pero no solo las mujeres son las que han provocado esta subida generalizada de divorcios. El motivo económico es uno de los que más pesan a la hora de romper una relación. Si la familia es de clase acomodada no hay tanta probabilidad de separación como en el caso de otra de menores recursos. El “te querré hasta con pan y cebolla” quedó fuera de juego y ahora lo que prima es una calidad de vida mejor, y si una pareja frena esta mejora, se cambia. Ya ni siquiera frenan los hijos. Y, menos mal. No nos gustaría, si se hubiera dado el caso, que nuestros padres aguantaran un infierno sin amor solo por tener hijos. Los niños de hoy en día lo entienden todo con mayor naturalidad, dada la extensa lista de amigos en similar situación.

 Mamen H.R., se separó hace solo 6 meses, recién estrenada como madre. Impensable hace un par de décadas. Le pregunto si su embarazo no le hizo pensar, ni por un momento arreglar su relación. Nos abruma su seguridad: “ni por asomo. Tengo trabajo y una familia que me apoya, ¿voy a estar aguantando a una persona que se gastaba nuestro dinero en tragaperras y no dormía en casa por lo menos un par de veces a la semana?”. Casada desde hacía 4 años, Mamen de 35, dice estar sorprendida, porque ahora las personas no las conoces hasta que te tienen “cogida” o “enganchada”. “Él sabía que conmigo no le iba a faltar de nada, que iba a ser un mantenido, pero de eso nada”. Hace alusiones a su familia y nos cuenta la historia de su madre que, “aguantó demasiado” y “precisamente fue ella quien me animó a dar el paso”. Mamen transmite seguridad por los cuatro costados. Se la ve feliz y sin expectativas de nuevas parejas. Dice sentirse aliviada y que no necesita figura parental para su hija. Bodas de plástico, más vale reciclarse que empolvar el anillo.

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