Luis Domínguez, nombre ficticio, es uno de los tantos basureros que han aparcado su pala y su carro para engrosar la fila de parados. Estudiante universitario, Luis compaginó las aulas con los parques y jardines de la Comunidad de Madrid. Llegó incluso a hipotecar sus fines de semana para incrementar levemente su salario a final de mes. Sin embargo, fue despedido sin explicaciones, sin un motivo punible y lo que es más importante: sin paro. A sus 22 primaveras dijo adiós a un trabajo que desempeñó durante cuatro años y del que a día de hoy no parece haber rastro.
Trabajaba para una de las empresas más importantes del país con la que está a punto de entrar a juicio, de ahí su anonimato. Luis se muestra crítico con los que fueron sus superiores: “Pidieron una subrogación porque supuestamente no tenía fondos para pagar nuestros salarios cuando realmente era mentira”. Esta situación derivó en un cambio de poder dentro del servicio, aunque el objetivo estaba claro: “La subcontrata entrante decidió no seguir con los empleados y la saliente decidió lavarse las manos. Entonces, los trabajadores quedamos sin ningún clavo al que agarrarnos”.
La solución, aún imaginada por los trabajadores, no resultó nada fácil de asumir. La falta de explicaciones y de transparencia derivó en unas condiciones nada favorables a los trabajadores: “Había una letra pequeña en la que ni siquiera los delegados sindicales pensaron: ‘Vamos a reflexionar’. Al final todos a la calle y sin un duro”. Son precisamente los sindicatos los más señalados por Luis, crítico con quienes eran los encargados de defender sus derechos y no lo hicieron: “Los delegados sindicales eran puestos por la empresa. Lo único que buscan es seguir ascendiendo y ayudarse con las empresas para tapar sus desperfectos”.
Los barrenderos del municipio madrileño de Alcorcón decidieron tomar las calles para frenar los recortes que había planificado su empresa. Las protestas se extendieron a lo largo de varias semanas y lograron evitar los despidos. Luis va más allá y se muestra crítico con el sistema que rige el mercado: “Hay que cambiarlo. Están despidiendo a gente a mansalva y no están contratando a nadie”.
Con el paso de la entrevista el estado de ánimo de Luis comienza a alterarse. No le resulta fácil hablar de aquello que le dejó “en la calle y sin un duro”, tal y como afirma. Por ello defiende las protestas que están teniendo lugar a lo largo y ancho de España: “No ha caído solo el servicio de limpieza. La lucha en la calle es efectiva y como se vio en Leganés, puede tener frutos”. Clava su mirada en el suelo y muerde sus labios cuando es preguntado por un posible regreso: “No volvería a trabajar con ellos. Desde luego que no, no, no”, cierra mientras hace un gesto con la mano para poner punto y final a la entrevista.
Comentarios
Buena entrevista Beltrán, aunque podrías haber elegido a alguien con más experiencia laboral y mayor responsabilidad. Hay padres y madres de familia en el mismo caso y la entrevista habría sido más enriquecedora, además, reflejaría la verdadera situación que están atravesando muchas personas.
Los despidos, la verdadera #MarcaEspaña. Muy triste.
Gran historia y narración de la misma.
No me disgusta nada tu artículo, pero creo que exageras demasiado en los términos...
“Los delegados sindicales eran puestos por la empresa. Lo único que buscan es seguir ascendiendo y ayudarse con las empresas para tapar sus desperfectos”.
Pocas cosas tan despreciables como alguien vendiendo a un compañero.
Gran trabajo!
Una muestra de que con la lucha se consigue lo deseado. Alcorcón lo consiguió.
Es lógico que el entrevistado no quiera volver a trabajar con ellos. Como para querer.
Muy bueno