Ante estos hechos, nos reunimos con Javier Esguevillas Ruiz de una forma poco tradicional, Skype. Un método de relacionarnos que no nos deja olvidar la situación que se vive en la Comunidad de Madrid. Maestro en la Universidad Rey Juan Carlos y experto en Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales, Esguevillas nos dio los buenos días a las diez de la mañana, se tomó un café mientras nos aclaraba lo que ocurría en Lesbos y cambió el extraño clima que sentíamos los entrevistadores con otro tema de igual importancia al del nuevo virus.
“No es que sean radicales o sean de repente xenófobos o racistas. Es que están, sin duda, hartos. Ya demostraron hace cuatro años que eran extraordinariamente solidarios”. Teniendo la pantalla a varios centímetros y con la doble moralidad que caracteriza Europa, tuvimos que resetearnos, pensar en la carga que estaban llevando a cabo solos, sin la ayuda de ningún otro país. Javier nos dio la llave: “quienes deben parar el conflicto sirio, son los países que lo han provocado”; quizá algo idílico e imposible. Un sueño.
“Turquía juega un papel doble. Turquía es un país que bajo la batuta de Erdogán ha pasado de ser plural y democrático a autoritario. Esto hace que Erdogán con el poder que tiene, pueda influir y manipular las decisiones de sus países vecinos. Por un lado, defiende sus intereses sirios e intenta desestabilizar las relaciones entre Rusia, EE. UU y Europa. Y, por otro lado, con Europa juega cerrando y abriendo las puertas a estos inmigrantes aún sabiendo que Europa no le va a dejar ser, ni siquiera, candidato a entrar en la Unión Europea”. Se trata de estrategias geopolíticas, mecanismos de intereses propios. “La gestión de los refugiados por parte de la Unión Europea ha tenido luces y sombras, pero sobre todo luces, por suerte.” No obstante, la imagen que se ha quedado grabada en los ojos de los europeos fue la de los insultos hacia los refugiados. Este choque de realidades entre las palabras de un experto y las que vemos muestran una lectura sesgada y simplista.
Esguevillas aporta una nueva perspectiva, más compleja de lo que las imágenes transmiten. La población no es que sea antiinmigrantes, sino que lleva años aguantando el peso de la llegada de los refugiados, y ven cómo los estados, su estado, no adopta medidas más radicales para acabar con el origen del conflicto. Europa se enfrenta a un problema a largo plazo si no toma medidas inmediatas y ya se está viendo reflejado en su propia población que no termina de entender la profundidad de este suceso y queda dividida entre aquellos que rechazan a los refugiados y los que los acogen.