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La carrera por la vacuna contra el coronavirus

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Investigadores trabajando en el laboratorio
Investigadores de la vacuna trabajando en un laboratorio. CC.
Encontrar una vacuna para el COVID-19 se ha convertido en un objetivo primordial para la mayoría de países. Desde que se ha sabido de su existencia y peligro, las principales potencias económicas se han lanzado en una carrera por conseguir la patente de una vacuna que les haga billonarios, y de paso también que sirva para curar la vida de miles de personas. El coronavirus se ha convertido en un fantasma invisible que ha puesto de rodillas al sistema capitalista.
El pasado mes de diciembre China informó al mundo de una enfermedad muy contagiosa que se estaba extendiendo por la región de Hubei. Por su rápida expansión y peligro, el nuevo virus llegó a poner en jaque al Gobierno chino, que alarmó al resto de países del riesgo que suponía la nueva enfermedad. No obstante, muchos de los advertidos, al principio, prefirieron no prestar mucha antención.
 
En enero, China compartió con el resto del mundo el material genético del COVID-19 para que nuevos laboratorios pudieran unirse al desarrollo de una vacacuna. El grupo chino Inovio y sus socios de Beijing Advaccine Biotechnololy presentaban, solo tres horas después del anuncio, una potencial vacuna basada en las conclusiones extraídas por sus algoritmos. El gigante asíatico daba el pistoletazo de salida de la carrera por la vacuna contra el coronavirus y, parece, se guardaba unas semanas de ventaja. El mismo mes de enero otras potencias se sumaban a la carrera. Es el caso de Rusia, que anunciaba tener laboratorios trabajando a pleno rendimiento para dar con la ansiada vacuna.
 

 
Al otro lado del Pacífico, donde el virus "chino" poco importaba, no sería hasta el pasado 2 de marzo que el presidente Donald Trump decidió actuar. Convocó el día señalado una reunión con las mayores farmacéuticas del país con el fin de encontrar una solución. Moderna Pharmateuticals dio un paso al frente en dicha reunión y aseguró tener listo un prototipo de vacuna. El día 16 de marzo ya comenzaron las primeras pruebas de la vacuna en humanos. Estados Unidos había entrado tarde en la carrera, pero lo hacía con decisión. Sin embargo, solo un día después, el 17 de marzo, China confirmó que haber probado en 108 pacientes de Wuhan una vacuna con éxito. El Gobierno de Xi Jinping volvía a adelantar por la derecha a sus competidores.
 
Mientras tanto, en Europa, el laboratorio alemán Curevac es el principal desarrollador de la vacuna. Trump, conocedor de la supremacía de la industria farmacéutica alemana, intentó comprar la patente del prototipo por mil millones de dólares. Sin embargo, la respuesta del ministro de economía alemán, Peter Altmaier, fue una rotunda: “Alemania no está en venta”, declaró el ministro. La Unión Europea lleva invertidos más de ochenta millones de euros en este laboratorio para colocarse en una buena posición en esta carrera de fondo. 
 
Por tanto, a día de hoy, China parece situarse en la primera posición. Y es que asegura poseer 9 proyectos en marcha con 5 métodos diferentes. Pese a todo, como hemos dicho, está será una carrera larga, de fondo, a la que todavía le queda mucho camino por recorrer. La OMS, máxima insitución sanitaria, ha declarado que la vacuna no estará preparada hasta abril o junio del año 2021. Los estudios más optimistas manifiestan la posibilidad de que esta vacuna esté lista para otoño de este año. Sea como sea, el país que consiga la patente tendrá una gran mano que jugar en el nuevo escenario geopolítico que se avecina.
 

 

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