Tristeza, rabia e impotencia. Eso es todo lo que se respiraba en la plaza del Ayuntamiento de Getafe el pasado 21 de marzo. Durante los cinco minutos de doloroso silencio, era imposible contener las lágrimas. Centenares de personas se concentraron en una manifestación con el único objetivo de apoyar a la familia de los pequeños fallecidos.
El padre, calificado por los vecinos como “ejemplar”, ahogó en la bañera a sus dos hijos, uno de ellos con parálisis cerebral. Los colocó en la cama e incendió la habitación con ellos dentro. Justo esa misma tarde, el padre se arrojó a las vías del tren, acabando también con su propia vida. Tras hallar el cuerpo del hombre, encontraron una nota manuscrita en la que se confirmaba lo evidente: “los maté para que no sufrieran”.
Para iniciar el acto, la alcaldesa quiso dar un discurso en memoria de los dos pequeños. Pidió paciencia y respeto para que la madre de Marina y Alejandro pudiera asimilar este duro trance en la intimidad.
La familia era muy conocida por los getafenses, por lo que durante la manifestación se respiraba un ambiente enrarecido, de luto y de pena. La multitud de personas que acudieron al lugar guardaron cinco minutos de silencio, que acabaron con una sucesión de aplausos y que colmaron la concentración entre sollozos y rostros apenados.
Nadie podía hacer que esos niños volvieran, pero el ambiente por pedir justicia era palpable en la concentración frente al Ayuntamiento, donde participaron también diferentes amigos de la familia y compañeros de trabajo de la madre de los dos niños.
Raquel es profesora de francés en el instituto Padres Escolapios de Getafe. Después del discurso de la alcaldesa, sus alumnos decidieron acompañarla en estos duros momentos, apoyándola y arropándola con todo el cariño posible.
El dolor de perder a un hijo no se puede describir con palabras ni imaginar el sufrimiento hasta que no lo vives en tu propia piel, pero aún es más fuerte cuando han sido asesinados a manos del propio padre de un día para otro. Un padre que se volcaba con sus hijos y que era adorado por ellos. Nadie podía habérselo imaginado. Además, apoyaba como el que más a su hijo mayor que padecía parálisis cerebral, y se desvivía por él.
El duro golpe que ha recibido la profesora de Getafe no se superará en tan solo tres días en los que se ha guardado el luto, pero la ayuda de los vecinos que se volcaron en esta manifestación muestran un municipio que no olvida y que no va a consentir que este crimen quede impune.
El amor y el recuerdo de sus hijos son el motivo por el que esta madre seguirá luchando y haciendo eco de que no es necesario que exista un antecedente de violencia de género para que, en muchos casos, se pueda llevar a cabo la destrucción de la familia de forma repentina e imprevisible.