En los últimos encuentros electorales de España se dejó claro que la población quería un cambio. A pesar de que ganaran los mismos de siempre, dos nuevos partidos surgieron de la nada y se impusieron en tercera y cuarta posición rompiendo todos los esquemas del bipartidismo clásico español.
Algo parecido ha sucedido en la República Francesa, pues Le Pen y Macron han conseguido ganar en la primera vuelta de las elecciones a los dos partidos franceses más tradicionales. Y es que, con lo que Francia lleva pasando en los últimos años, es normal que la gente quiera cambios. No es que los atentados sean culpa de los gobernantes, pero cuando algo de esas características azota a un país, la gente necesita que los que gobiernan quizás sean diferentes o que hagan cosas nuevas. Y así lo han expresado los resultados electorales.
Había grandes diferencias entre los cuatro favoritos a ganar las elecciones. Mientras que Le Pen se mostraba como la representante de la extrema derecha y de suprimir todo lo que no fuera francés de pura cepa, Macron aparecía en escena siendo el candidato más joven a convertirse en Jefe de Estado de la V República. Ha pasado de ser un ministro de economía que casi nadie conocía, a un partidario del cambio en Francia.
Por otro lado, tenemos a los dos grandes derrotados de la noche electoral del pasado domingo. Por un lado está Fillon, el representante de la derecha católica, y en el polo totalmente opuesto tenemos a Mélenchon, un intento optimista de la izquierda de reformar este país azotado por el terrorismo. Incluso Pablo Iglesias, uno de los más revolucionarios actualmente en el panorama español, no dudó en acudir a Francia días antes de la primera vuelta para apoyar a su colega francés, instando a que “él era el presidente que tanto Francia como Europa necesitan”. A pesar de esto no se logró lo esperado.
Pero, como auguraban las encuestas, los dos primeros fueron los que se hicieron eco esa noche electoral del domingo. Marine Le Pen, que ya se consideraba vencedora desde un primer momento, vio como el joven Macron le adelantó por puntos en este primer encuentro. Y es que, a pesar de lo que digan los encuestadores, en las elecciones siempre puede haber más de una sorpresa.
Una de las similitudes que creo que existe entre Francia y España, es que uno de los partidos que está en cabeza, el de Marine Le Pen, es un partido en el que su dirigente está investigada por supuesta corrupción, financiación ilegal de varias campañas electorales, entre otras cosas. Pero esto es algo que ciertas personas parecen no ver, quizás se ponen una venda en los ojos y votan igualmente, por miedo a que otros partidos ganen y las cosas cambien para ellos. Pero esto ha pasado siempre y en cualquier lugar. Los españoles conocemos bien estos temas.
Todo se resolverá el próximo 7 de mayo, pero pase lo que pase, lo que Francia necesita no son líderes nuevos que prometan cosas que los de siempre no han dicho. Lo que de verdad es necesario tanto para esta república como para todos los países, incluyendo el nuestro, es gente que gobierne y que lo haga de verdad. Que no prometan tantas cosas, y cumplan las más básicas. Y, sobre todo, que sean honradas. Es irónico que se diga esto en España con el panorama político que tenemos aquí ahora, lleno de corrupción y mentiras.