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Refugiados: En busca de una vida en paz

Reportaje
Migración
Cartel de bienvenidos refugiados
En los últimos meses hemos escuchado la palabra "refugiado" tanto que en ocasiones tendemos a pensar que es un problema nuevo. Ahora vemos las consecuencias de la guerra de Siria, sin embargo, los refugiados han existido siempre y piden asilo desde cualquier parte del mundo.

El fenómeno de los refugiados no es algo reciente. Los movimientos migratorios han sido constantes en toda la historia de la humanidad. Sin embargo, en este momento sin precedentes, más de 65 millones de personas se han visto obligadas a abandonar sus hogares. De estas, el 86% ha sido acogido por los países de su entorno, pero ¿qué pasa con los refugiados que deciden venir a España? Representan una pequeña minoría, sin embargo, el Gobierno solo admite 31 de cada 100 solicitudes de asilo. Cada uno tiene su propia historia, algunos han llegado en avión y otros cruzando el mar Mediterráneo en una peligrosa balsa de plástico. Todos son diferentes, pero tienen un denominador común: buscan una vida en paz.

Víctor de Cea es periodista por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Está embarcado en un proyecto denominado “Miradas en la frontera”, junto con otros dos compañeros de titulación de la misma universidad. Tuvieron la oportunidad de viajar a Grecia y de visitar varios campos de refugiados, y sintieron la necesidad de denunciar y dar a conocer la situación que viven los refugiados allí y en toda Europa, así como tratar de luchar contra el Tratado europeo que se firmó escasas semanas después de que iniciaran su viaje. “La posibilidad de enfrentarte de primera mano con una situación como la de la crisis de los refugiados es algo que se te presenta muy pocas veces. Lo correcto sería decir que nosotros nos acercamos a esta penosa situación que cada día tenía menos peso en los medios de comunicación. Algo que merecía ser contado. Tenía que serlo”, afirma.

Ambos periodistas se dieron cuenta de que podían llevar acabo su objetivo de ir hasta Idomeni. Eran diferentes pero compartían inquietudes, así que decidieron dar un paso y lanzarse a la aventura. Contaron también con la ayuda de otros periodistas, expertos en el tema y conocedores del terreno. Consiguieron ir con unos pocos ahorros y algunas ayudas circunstanciales del momento. Entonces, se plantearon contar su historia como una propuesta transmedia: web, radio y audiovisual, incluso, con presencia en las redes sociales. “No he encontrado mejor forma para implicarme que viajar hasta Idomeni para narrar lo que ha ocurrido allí estos meses atrás, días antes de que Europa decidiese desalojar el campamento improvisado en el que se había convertido el pueblo griego. Miradas en la frontera: un viaje al corazón de Idomeni es la primera frontera de muchas que, ojalá, se crucen”, aclara Víctor.

 

En España son varios los programas que tienen como objetivo ayudar a refugiados. Uno de ellos es el de “Vacaciones en paz”, que proporciona la oportunidad de venir a España cada verano a niños saharauis. Una de estas niñas fue Haha Zein. Ella tenía ocho años y vivía en el campamento saharaui de Tinduf, Argelia. Era inocente y risueña, y como cualquier niña de su edad disfrutaba saltando a la comba con sus amigas y gastando bromas a su hermano. No obstante, ella era diferente, solo comía una vez al día, tampoco tenía acceso a la electricidad o al agua corriente, era refugiada. El 20 de junio de 2005, sin ella saberlo, su vida cambió para siempre. Se vio frente a un aparato inmenso, de metal, que no conocía y que le daba un poco de miedo. Era el avión que le iba a llevar al lugar con el que siempre había soñado. Al aterrizar en España, le estaban esperando tres voluntarios: Ana, Antonio y Cristina. Después de dos minutos de besos y de abrazos que casi la ahogan, le explicaron que eran su nueva familia.

 

Este proyecto comenzó en el verano de 1976. Los primeros niños y niñas saharauis salieron de los campamentos gracias a un compromiso del Partido Comunista Español (PCE) y el Frente Polisario, con el objetivo de apartar a estos pequeños del sofocante calor del desierto y del sufrimiento de la guerra. “Los refugiados saharauis son niños que tienen una vida muy dura en el campamento. Muchos llegan a España desnutridos y con enfermedades. Este programa les enseña que otra vida es posible”, afirma Elena Hidalgo García, presidenta de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Alcobendas. Su estancia media en España es de tres meses. Durante el verano aprenden el castellano, se realizan los reconocimientos y tratamientos médicos que necesitan, y lo que es más importante, reciben el cariño de sus familias españolas para no perder la ilusión de seguir siendo niños.

“España fue como ver el paraíso delante de mis ojos, ese mundo que solo veía en la televisión. Me regalaron la oportunidad de vivir como se debe y ser de nuevo una niña con el derecho de jugar”, recuerda Haha Zein. Nunca podrá olvidar cómo la localidad de Zaidín en Huesca la acogió con los brazos abiertos y los chicos del pueblo la hicieron parte de su pandilla. Allí alargó su estancia tres años más para recibir tratamiento contra la enfermedad que tantos niños saharauis sufren a causa del sol, el vitiligo. A la mayoría de ellos se les ofrece la oportunidad de recibir educación y tratamiento en España y, en algunos casos, de ser adoptados por su familia de acogida. Desde Amigos del Pueblo Saharaui creen que “España es uno de los países que más hacen por ayudar a los ciudadanos saharauis, que no son más que víctimas del gobierno marroquí”. Marruecos ocupó parte del Sahara Occidental en 1974 tras llegar a un acuerdo con España, condenando a muchos de sus habitantes al exilio. Argelia ofreció parte de su desierto para que estos pudieran tener un hogar, y así se crearon muchos asentamientos de desplazados.

“Vacaciones en paz” no solo beneficia a los refugiados, también se convierte en una experiencia inolvidable para las familias que acogen. Ana Orno Bosom, madre de acogida de Haha, cuenta con nostalgia su primera experiencia en el programa: “No solo podías ver la emoción en los ojos de la niña. Mi marido y mis hijos coinciden en que la casa se llenó de felicidad”. No siempre fue fácil, los niños necesitan de un proceso de adaptación para acostumbrarse a un mundo nuevo en el que todo les da miedo. Sin embargo, Ana destaca la disponibilidad de los voluntarios de “Vacaciones en Paz” de España: “Siempre estaban allí para aconsejarme. Cuando la niña lloraba sin razón aparente, ellos contestaban mis llamadas y nos tranquilizaban a ambas”.

Otra organización, la Asociación de Ayuda al Pueblo Sirio (AAPS), nació en el año 2011, ante la necesidad de ayudar al número creciente de refugiados que salían del país árabe huyendo de la guerra. Gracias al proyecto “Muévete por Siria” recogen alimentos, mantas y material sanitario cada veinte días con la ayuda de varias empresas y ciudadanos voluntarios. “Contamos con el apoyo de diversas empresas, tales como Chiquilín, Nestlé y Becton Dickinson. Gracias a ellos podemos llenar tres contenedores de ayuda humanitaria una vez al mes”, dice Paloma Rodríguez, responsable del área de refugiados de AAPS. Además, trabajan para ofrecer asistencia legal, personal y laboral al colectivo de sirios en España que se queda fuera del sistema una vez agotada la protección pública a la que tienen derecho. Desde el colectivo sienten una profunda indignación con la actitud que está teniendo España hacia los refugiados sirios que solicitan asilo en el país. De los 16.000 refugiados que el Gobierno se comprometió con la ONU a acoger antes de que finalizara 2017, solo acogieron a 200. “No se cumplió el objetivo y pondremos una demanda al respecto”, afirma Paloma Rodríguez.

Hay refugiados de cualquier raza y de cualquier parte del mundo. Serlo no se elige, es algo que toca vivir. Como dijo Kofi Annan, Premio Nobel de la Paz en el año 2001 y ex Secretario General de las Naciones Unidas, “los diferentes, los refugiados y los desplazados son los que enriquecen todas nuestras vidas”. No son terroristas ni maleantes, son personas.

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