Durante el último año de 2018, la Inspección del Trabajo de Madrid, Valencia y Barcelona confirmaron que algunas plataformas como Deliveroo, perteneciente a las start-ups emergentes, trabaja con “falsos autónomos” como repartidores y que el modelo operativo de estos es de empleados dependientes.
Los avances tecnológicos sirven para maximizar beneficios, sin embargo, cabe cuestionarse hasta qué punto el ciudadano como usuario de estas aplicaciones es cómplice de la explotación, también conocida por ser la nueva esclavitud del siglo XXI.
Será la legislación la encargada de determinar con qué parámetros trabajan estos autónomos (si lo son) y qué derechos tienen.