En los últimos años, Europa ha experimentado el mayor desplazamiento masivo de personas desde la Segunda Guerra Mundial con medio millón de refugiados y migrantes, la mayor parte de ellos huyendo de la guerra y el terror de Siria y de otros países en conflicto. Esta crisis se agudizó en 2015 haciéndose conocida como Crisis de los Refugiados o Crisis migratoria en Europa.
Según nos indica el director del Centro de Refugiados de Mérida, Emilio Romero, las personas que llegan al centro llegan muy apenados, ya que echan de menos su país natal. A pesar de verse protegidos una vez llegados a Europa, la intranquilidad sigue latente en ellos, dado que algunos de sus familiares aún siguen viviendo entre las ruinas que está dejando el conflicto. Sin embargo, se aferran a la esperanza de tener una nueva vida con unas condiciones más dignas.
Entrevista a Emilio Romero, director del Centro de Mérida.
Emilio es enfermero de profesión y aunque ahora esté trabajando en este Centro de Mérida, hace varios años trabajó como Director Internacional en un campo de refugiados de Grecia y define su visita como "una experiencia que te hace crecer como persona". Las personas que se encontraban en el campo de refugiados huían de un conflicto, "cuando te hablaban con esa cercanía te llegaba bastante más al corazón el problema", nos comenta el director emocionado. Emilio ha accedido a esta entrevista para que la población sea consciente de lo que un centro de refugiados significa, y de todo el trabajo que lleva mantenerlo y conseguir que las familias que llegan se sientan lo más cómodas posibles.
Las personas pueden pedir tipos de ayudas diferentes. La primera sería protección internacional, es decir, tener la misma garantía que una persona refugiada, aunque sí que tienen que renovar su documentación cada cierto tiempo, estas personas no necesitan un piso en el que vivir, normalmente es porque ya tienen algún familiar alojado en España y se le da una asistencia subsidiaria para empezar una nueva vida.
Por otro lado, están los que solicitan una plaza en un centro de acogida mediante el programa de asilo a través de la unidad social del Ministerio de Empleo y Seguridad Social donde estudian el caso y deciden otorgar una plaza a nivel nacional. Emilio apunta esperanzado que “a nivel nacional hay unas 27.000 solicitudes, es imposible aceptarlas todas, sin embargo, la idea es aumentar cada vez más la cabida”.
En Extremadura, por ejemplo, se ha abierto un nuevo centro en la ciudad de Badajoz con cuarenta plazas para aumentar la cabida del centro de Mérida. En tercer lugar, están los programas de reubicados, es decir, personas que vienen directamente de un campo de refugiados y traen una plaza asignada desde su país. "Son las famosas cuotas de la Unión Europea que el Gobierno de España tiene que cumplir", nos explica.
Y, por último, están los que entran por fronteras propias, ya sean aeropuertos, pateras, etc. Una vez que ya están en territorio español solicitan el programa de protección internacional y a su vez, una plaza de acogida porque no tienen recursos para mantenerse aquí.
El centro de refugiados tiene como labor llevar a cabo el programa de asilo, es decir, conseguir que las familias se integren y tengan autonomía. Emilio nos señala que "la función primordial es la integración en la ciudad de Mérida y la autonomía de esa persona para que pueda vivir de una forma autónoma en su nueva ciudad". El centro se abrió el mes de marzo de 2017, con la capacidad de 25 plazas, desde entonces han acogido a unas sesenta personas. “Algunas de las personas que llegaron al centro enseguida se marcharon porque España para ellos era un lugar de tránsito, no pretendían vivir aquí, y la gran mayoría consiguen adaptarse y se encuentran viviendo en pisos independientes", nos explica. Este programa de asilo está subvencionado completamente por el Ministerio, por lo tanto, llevan un control exhaustivo de los gastos, los cuales según Emilio: "son suficientes para la asistencia con calidad a los residentes que acogemos".
En cuanto al trámite de integración de estas personas en la sociedad, el centro lo divide en tres fases: la integración en el centro, emancipados y la parte en la que el centro solo está como última opción por si tienen un problema que no sepan cómo gestionarlo. El director aclara que: "la primera son seis meses instalados en el centro, la segunda fase con la misma duración sería ya en uno de esos pisos tutelados, ya que Cruz Roja se hace cargo de todos los gastos que conlleva vivir en un piso, y la última, de la misma duración, pero en la que ellos ya viven de forma totalmente independiente, en la que el centro solo se encarga de aquellas cuestiones en las que las familias no puedan hacerse cargo de forma independiente o autónoma, como por ejemplo, cuando al principio no llegan a una renta mínima y nosotros tenemos que ayudarles en algunas cuestiones".
Nos indica rotundo que "lo más importante para nosotros es una integración plena”, de tal forma que para que se integren en el mundo laboral hay una técnica específica que se ocupa de esos temas. "Nosotros tenemos que capacitar a una persona para buscar empleo, pero para ello el factor más importante, tiene que hablar español", aclara. Por lo que desde el minuto uno que llega una familia se prioriza el aprendizaje del idioma. Los niños se escolarizan y a los padres imparten clase de español en el centro, una vez superado el inconveniente del idioma, se progresa al factor empleo con la técnica. Hay un taller, para el conocimiento del entorno, donde enseñan, tanto los voluntarios como técnicos, a cómo moverse por la ciudad en temas laborales, como, por ejemplo, mandar currículum, conocer las empresas, etc. En el centro se da la posibilidad también de homologación de títulos.