En pleno siglo XXI, la sociedad se encuentra sumergida en una época de auténtico auge tecnológico y científico, haciendo que cambien por completo los hábitos de las familias. Mientras que la juventud de hace décadas se basaba en el aprendizaje por experiencias propias y un contacto directo con las personas de su alrededor, los jóvenes de hoy viven delante de una pantalla, tras un mundo de píxeles.