Una vez más, los indignados pagan justos por pecadores. El movimiento del 22M se había desarrollado con normalidad, desde la confluencia de las diferentes marchas en Madrid y durante el recorrido a pie entre Atocha y la Plaza de Colón. Pero casi al final de la jornada irrumpió la violencia entre un grupo de manifestantes y policías, dejando un saldo de 24 detenidos y un centenar de heridos de ambos bandos. Ahora el Gobierno pretende endurecer las leyes que permiten estas manifestaciones, aunque prometan ser pacíficas.