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LA NUEVA EUROPA DE LOS POPULISMOS

Reportaje
Europa
Líderes de la ultraderecha.
América Latina fue la cuna del populismo, pero el fenómeno se ha extendido a los países de Europa.

Al analizar el populismo podemos observar dos frentes. América Latina, con países como Venezuela, Bolivia o Ecuador; y Europa, con los llamados partidos atrapalotodo, los cuales, más allá de la ideología, se perpetúan en la confrontación al statu quo.

El pueblo es la clave del populismo, según el politólogo Jorge Verstrynge. Su dificultad es la materialización práctica en un sentido político. Así como el concepto de soberanía –una teología secular (Ernesto Castro dixit)-, de tan infausto recuerdo, ya que fue una de las causas de las guerras mundiales y que, a su vez, puede explicar el conflicto con Corea del Norte.

Un claro ejemplo es Vladimir Putin, abanderado del nacionalismo y que blande la espada de la gran madre Rusia, tratando de competir en la hegemonía mundial mediante la táctica del sharp power. Su desprestigio hacia los enemigos oculta la paradoja de que PIB del país gobierna –al mismo nivel que otros en crisis como Italia-.

Otras medidas del líder ruso han sido anexionar Crimea ante los ojos atónitos del resto de Europa -“Hace cuatro años tomamos una decisión histórica y gracias a su decisión, Crimea volvió a la casa de la madrecita Rusia”-, o taponar el avance chino mediante una política de cesión de terrenos del este, considerablemente despoblados.

En la Europa meridional Francia ejemplifica el proceso populista de otro modo. Conspicuos pensadores como Alain de Benoist no se resignan a la pérdida colonial, mientras que ideas ya cultivadas en la sociedad, como el racismo y la segregación, han encontrado un cauce partidista en el Frente Nacional.

El partido comandado por Marie Le Pen compartiría una idea común antineoliberal con otra organización de reciente creación: Podemos; que no es más que un grupo de intelectuales que recogen la tradición izquierdista republicana.

En Holanda, el Partido por la Libertad de Geert Wilders ha consumado el giro antiislamista de la opinión pública tras sucesos como el atentado en que murió el cineasta Theo van Gogh. Lo curioso, es que estos movimientos de extrema derecha se consoliden no durante períodos de crisis, sino de bonanza económica, al igual que ocurrió en Hungría. Nuevas formaciones de extrema derecha como Jobbik, no continúan la senda antiislamista, si bien persiguen una concepción étnica alejada de la indoeuropea y próximo a Asia Central.

En la coyuntura de crisis de la socialdemocracia, el crítico y filósofo Ernesto Castro ve en su compromiso con la real politik lo que Samuel Huntington creía que sería el único dique de contención al avance populista. Ya en los años setenta, el pensador Manuel Sacristán argumentó que la izquierda había virado hacia posiciones éticas, como el ecologismo y el feminismo.

Ya en los años 60 - como apunta Ernesto Castro- los argelinos eran considerados ciudadanos franceses, mientras que un colombiano está constituido como tal desde varios siglos atrás. Por lo que, en España, el inmigrante sudamericano es causa de fomento de la cohesión social, con una lengua y religión común. Esta razón la esgrime Perry Anderson al explicar por qué en España no hay partidos de extrema derecha.

No conviene olvidar a dos piezas claves de la Unión Europea. En Alemania, el partido ultraderechista Alternativa lidera la oposición tras la gran coalición germana. Y en Italia, son los populismos de extrema derecha como la Liga Norte los que tienen una mayor impronta que organizaciones antisistema como 5 estrellas. El patrón común se sintetiza en que todos ellos mantienen una distancia condescendiente con Rusia, cuya táctica de cuestionamiento favorece la deriva populista europea.

 

 

 

 

 

 

 

 

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