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¿Estamos preparados?

Editorial
Crisis Mundial. Cambio climático
La crisis social y económica que sacude nuestro planeta, imposibilita el control democrático de la población mundial, quien busca desesperadamente una solución.

 

   Todo el equilibrio mundial se ha basado desde el final de la Segunda Gran Guerra en dos pilares: el bienestar económico y la estabilidad política. La explotación de lo recursos ha permitido alcanzar un nivel de vida de los ciudadanos cada vez mayor e incluso ha llevado a pensar en que todo era infinito. La expansión de la democracia, tras las violentas experiencias totalitarias en Europa de mediados del siglo XX, permitió transmitir la sensación de que los ciudadanos decidían por si mismos el futuro de la sociedad a través de elecciones democráticas.

 

Ha bastado que uno de esos pilares se haya demostrado frágil con el inicio de la actual crisis económica que sacude el mundo para que también se ponga en cuestión el modelo social democrático que ya, parece, no responde al sentir ciudadano. Con la caída de Lehman Brothers y el estallido de las hipotecas subprime en Estados Unidos, todo el sistema financiero del universo capitalista cumplió el viejo aforismo según el cual cuando Estados Unidos estornuda, el mundo se resfría.

 

Producto de las medidas políticas tomadas para tratar de afrontar la solución a ese problema, se ha revelado uno mayor. La democracia establecida se ha mostrado claramente incapaz de responder a las demandas de los ciudadanos en un momento especialmente sensible, cuando todo parece derrumbarse. Las revueltas populares en las calles, especialmente visibles en países como Grecia, que viven intensamente las consecuencias de las medidas impuestas por los poderes económicos, han dejado patente que un simple acto electoral cada cuatro años no es representativo del sentir ciudadano. Las redes sociales, una revolución en si mismas, se han mostrado como elementos imprescindibles de participación ciudadana que el poder político trata de controlar, de momento sin éxito. Es el momento de una crisis, en el sentido de cambio, una mutación. Se necesita un impulso democrático que devuelva el poder de decisión a quién nunca debió perderlo.

 

No está de más demandar en estos momentos a los poderes político y económico una reflexión sobre el modelo de sociedad que están defendiendo, sobre todo si es que son conscientes de las consecuencias de sus actos en la mayoría de los ciudadanos. El asteroide 2012DA14 que ha pasado rozando la tierra a 27.860 kilómetros de distancia nos ha impedido ver el meteorito que provocó el pánico en la región de Cheliabinsk, en los montes Urales rusos. Lo mismo puede ocurrir con la democracia que conocemos y que ha proporcionado décadas de bienestar. Si nos fijamos demasiado en solucionar la crisis económica sin pensar en las personas, quizás no seamos capaces de ver el tsunami que puede provocar un estallido social imposible de controlar.

 

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