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Machismo en potencia

Editorial
Internacional
Donald Trump acompañado de su mujer Melania Trump
El mandatario norteamericano no ha defraudado a sus seguidores. Día tras día ha conseguido generar decenas de titulares y portadas en torno a su persona y a las decisiones que tomaba, y es que en tan solo veinte días ha conseguido tumbar casi en su totalidad la era Obama. Donald Trump ha sido fiel a su esencia e ideología y se ha encargado de extrapolarlas a todas las nuevas políticas norteamericanas llevadas a cabo en las últimas dos semanas. Una esencia basada en machismo y misoginia con un único objetivo: dejar a la mujer en un segundo plano.

La llegada de Trump al despacho de la Casa Blanca solo ha reafirmado la postura que venía demostrando desde la campaña electoral e incluso desde cuando únicamente se trataba del gran magnate norteamericano. Una campaña electoral que el por aquel entonces candidato republicano se tomó como una lucha de sexos viéndose en todo momento superior a su rival Hillary Clinton por la mera condición de ser un hombre.

Una vez en el poder, Donald Trump se ha puesto a trabajar en las promesas populistas afirmadas en sus continuos mítines, pero manteniendo alejado al sector femenino de su entorno. Ha conformado un gobierno principalmente de varones en el que solamente dos mujeres tienen rango de ministro. Como muestra se encargó de difundir la imagen en la que se encuentra rodeado solamente por los hombres de su equipo de gobierno en el Despacho Oval durante la firma de diversos decretos.

Que Trump no quiere a las mujeres en altos cargos es evidente pero se propuso dejárselo claro al resto del mundo. De ahí la destitución de la fiscal general de Estados Unidos, Sally Yates, por su negación a defender la posición extremista del presidente  hacia la entrada de ciudadanos musulmanes, así como las exigencias de que las mujeres deben vestir ‘’como mujeres’’. Argumentos persuasivos que el mandatario repitió una y otra vez a sus ayudantes durante la campaña electoral.

La marcha multitudinaria que se produjo en Washington tan solo un día después de la toma de posesión de Donald Trump ha sido la última gran respuesta del pueblo norteamericano a las medidas tomadas por su presidente respecto a la posición de la mujer. Un movimiento impulsado por un pequeño grupo de jóvenes feministas que logró movilizar a más de medio millón de personas para defender desde la igualdad entre hombres y mujeres tanto social como laboralmente hasta el derecho a abortar.

Esta marcha de mujeres propicio que ese mismo día a lo largo de mundo se diesen otras 615 manifestaciones en contra de las políticas machistas del presidente norteamericano, mientras que éste se limitó a multiplicar su ego por el mismo número de manifestaciones que se sucedieron a lo largo de Europa, América Latina y de su propio país. Pero si algo caracteriza a Trump es el morbo que le provoca jugar al tira y afloja con sus opositores. Cómo máximo mandatario de la primera potencia mundial y con un ego en su máximo esplendor cuatro días después de la marcha de Washington firmó la orden ejecutiva con la que se prohíbe que Estados Unidos conceda asistencia o ayuda internacional a organizaciones extranjeras relacionadas con el aborto. No se trata de una decisión tomada por la ira o la rabia de ganarse cada día más críticas, el trasfondo es mucho más enrevesado y la finalidad principal del mandatario ha sido atacar a un derecho fundamental defendido por las mujeres de todo el mundo.

Insultos, desprecios hacia la mujer así como comentarios sexuales inapropiados han sido pronunciados en numerosas ocasiones por el que hoy en día es la gran imagen pública de América. Nos ha deleitado con expresiones como “cerdas gordas y perras” y “la mejor parte de una película es cuando hace callar a las mujeres”. Incluso ha sido capaz de referirse a propia hija con un “pedazo de culo”.

Aunque más del 50% de la población norteamericana son mujeres todas las críticas, manifestaciones y diversos apoyos de famosos contra la actitud machista del presidente estadounidense parece no generar un cambio a corto plazo en las ideas patriarcales de Trump. Y es que éste no cede ya que “las noticias malas sobre ti no importan mientras tengas una novia sexy”.

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