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Fin de ETA

Editorial
Nacional
Representantes de la banda terrorista ETA

“Érase una vez un lobito bueno al que maltrataban todos los corderos […] todas estas cosas había una vez, cuando yo soñaba un mundo al revés”.

Estos versos de Juan Agustín Goytisolo en voz y guitarra de Paco Ibáñez pueden ser trasladados al último capítulo que ETA ha protagonizado.

ETA (Euskadi Ta Askatosuna) se presenta como ese lobito bueno maltratado por los corderos, el estado español, pero olvidan que eso sólo podría darse en un universo paralelo, en un mundo al revés, porque no existe la bondad armada.

El penúltimo comunicado de la banda terrorista, el último presumiblemente se hará a principios de mayo donde las siglas ETA que tanto temor y dolor han causado, desaparezcan, fue emitido el viernes veinte de abril.

En él se podía leer frases como “los sentimos de veras” y que asumían la “responsabilidad directa”.

Pero se trata de un perdón que no es muy creíble para gran parte de la sociedad, como así lo han demostrada en numerosas manifestaciones en redes sociales o en la iniciativa de change.org, porque la banda discrimina a muchas víctimas. ETA pide perdón solo por las víctimas colaterales, ¿y las demás?

La banda se justifica como “las generaciones posteriores al bombardeo de Gernika”, un bombardeo que tuvo lugar en 1937 por los fascistas alemanes y el beneplácito de Franco.                                                                                                      Algo que no cuadra con la actividad sanguinaria de la banda que realizó el 90% de sus asesinatos en el periodo democrático. Mataron a vascos que lucharon conta el fascismo franquista como el periodista José Luis López, que pasó cinco años en la cárcel durante la dictadura.

Esta chavalería adoctrinada busca influir en el gobierno español, que se muestra de momento inflexible, en la política penitenciaria, manteniendo a los presos lejos de sus familias. Una situación que debería ser revisada.

El perdón de ETA llega tarde, pero es un paso adelante para la recuperación y no hay que olvidar que quedan más de trescientos asesinatos sin resolver.

Ahora queda en manos del estado español y de la justica el siguiente paso para poner fin a esta historia de terror de más de cincuenta años.

 

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