Ya han sido varios los políticos que han experimentado este tipo de protesta frente a sus hogares y no parecen muy conformes con la iniciativa tomada por los afectados. Según estos políticos, los escraches no son otra cosa que episodios de acoso que no deben permitirse. De hecho, el Gobierno ha solicitado a la Policía Nacional que registre a todo aquel que forme parte de un escrache como prueba de cara a una probable denuncia por el afectado.
Sin embargo muchas personas se han unido a esta técnica para hacerse oír. Sin ir más lejos, la asistencia de Jorge Vestrynge a tres escraches ha causado mucha polémica. El ex-secretario general de Alianza Popular, además ha escrito un libro en el que habla sobre los movimientos de contestación civil posicionándose claramente a su favor. “Los argumentos en contra de los escraches dicen que esto no puede ser porque ocurren en las viviendas privadas. Bueno, los desahucios también ocurren en las viviendas privadas, y allí van a desahuciarles. La gente está indignada, sólo quieren que se les escuche, no piden más, y los políticos por lo menos podrían hacerlo. Pero si no lo hacen, si tratas a la gente como a perros, al final pueden acabar mordiendo.” Así lo explicaba en una entrevista concedida a 20minutos.es para hablar sobre este asunto.
Así las cosas, muchos ciudadanos se han percatado de que los gobernantes no actúan para salvaguardar sus intereses. Todo sujeto ha de poseer posibilidades y maneras de poder exponer a un político a la cara, sea como sea y mientras no se cometa un delito (como en este caso), que lo están haciendo rematadamente mal, que lo que están haciendo es una inmoralidad y contarles los frutos que ello les supone. Es lo justo. Y es lo justo porque es falso que el escrache tenga como objetivo el coaccionar a representantes políticos, representantes que al fin y al cabo ya están coaccionados por el sistema de partidos que ellos mismos representan y que solo quieren de ellos su intervención como sirvientes de los poderosos. Lo cierto y muy triste es que esta sociedad no tiene recursos adecuados de protesta social, éticamente hablando.
Se deben desmontar muchos de los inciertos argumentos que se utilizan en contra de las actuaciones de escrache de la PAH. En cuanto a que se hable que la pretensión de los escraches es coaccionar a políticos, es más hipócrita aún cuando periodistas, o jefes de periódicos se han dedicado a presumir públicamente de haber contribuido en acontecimientos políticos y elecciones, es decir, en decisiones que nos atañen a nosotros, los ciudadanos y con ello nadie se ha sorprendido. Pero ahora bien, en el momento en el que estas mismas acciones son llevadas a cabo por los ciudadanos, entonces si existe coacción.
Pero para más inri, se habla de ellas como gestos antidemocráticos. Algo que no deja de ser por parte de quienes lo dicen una apreciable desfachatez puesto que se apoderan de un criterio variado según la situación, la democracia. Verdaderamente no podemos hablar de unas costumbres democráticas en nuestro país, porque hablaríamos de un concepto vacio. ¿Acaso es democrático que un partido político quebrante por costumbre el planteamiento electoral con el que se personó a las elecciones? La respuesta está bastante clara.